La comparación continua con los demás suele ser un indicador de presentar baja autoestima. Esta conducta se mantiene por refuerzo intermitente, ya que en ocasiones nos compararemos con personas que en algún aspecto concreto destaquen menos que nosotros.
No obstante, esta conducta puede ser “letal” para nuestra autoestima, el motivo es el siguiente: al establecer las comparaciones solemos hacerlas respecto a los rasgos o aspectos que menos nos gustan de nosotros, obviando en muchas ocasiones nuestras virtudes y fortalezas.
Otro de los peligros de esta conducta es que buscamos nuestra valía en el exterior. Por contra, puede resultar liberador aceptarnos tal y como somos: personas con nuestras virtudes y defectos. En palabras de Kierkegaard “la comparación nos oprime y nos hace profundamente infelices, es además una fuente de preocupaciones vanas y nos crea necesidades artificiales