Un trastorno de personalidad es un patrón permanente e inflexible de experiencia y comportamiento que se aparta de lo que se considera habitual en la cultura del sujeto que lo padece y que se manifiesta en la forma de percibir el mundo que le rodea, la afectividad, las relaciones interpersonales y el control de los impulsos. No todas las personas que padecen un trastorno de la personalidad son conscientes de su problema, por lo que es habitual que culpen al resto de personas de sus problemas.
Existen diferentes tipos de trastornos de la personalidad que pasamos a describir brevemente a continuación.
Grupo A:
Trastorno paranoide de la personalidad: Presentan desconfianza y suspicacia general, preocupación por dudas no justificadas, rencorosos, sospechas de infidelidad…
Trastorno esquizoide de la personalidad: Suelen ser personas “solitarias”, con tendencia al distanciamiento de las relaciones sociales.
Trastorno esquizotípico: Aquellos que presentan ideas delirantes de referencia, pensamiento mágico, supersticiones, con un comportamiento o apariencia peculiar o excéntrica.
Grupo B:
Trastorno antisocial: Desprecio y violación de los derechos de los demás. También conocido como sociopatía o trastorno disocial. Irritabilidad y agresividad, son frecuentes las peleas físicas o agresiones.
Trastorno límite de la personalidad: Incapacidad de mantener relaciones personales estables y la alternancia extrema de idealización y devaluación, además de impulsividad y tendencia a amenazas suicidas recurrentes entre otras características.
Trastorno histriónico: Su comportamiento siempre está motivado a la búsqueda de atención.Estas personas no se sienten cómodas o se sienten despreciadas cuando no son el centro de atención.
Trastorno narcisista: Patrón general de grandiosidad, necesidad de admiración e incapacidad para ponerse en el lugar de los demás. Cree que “es especial”, por lo que exige una admiración excesiva. Tiende a envidiar a los demás.
Grupo C:
Trastorno de la personalidad por evitación: Caracterizados por inhibición social e hipersensibilidad a la evaluación negativa, sentimiento de inferioridad y miedo a las críticas.
Trastorno por dependencia: Necesidad general y excesiva de que se ocupen de uno. Temores de separación y dificultades para la toma de decisiones cotidianas. Intensa preocupación por el abandono y tener que cuidar de sí mismo.
Trastorno obsesivo-compulsivo: Preocupación desproporcionada por el orden, perfeccionismo y control mental e interpersonal inflexible.